El Corleone es el que pide un favor enorme porque te hizo un favor chiquito en algún punto de tu vida.

Lección de periodismo 19: No le hagas el favor

Monica Cruz Rosas
12 min readNov 10, 2020

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Para todas las periodistas, especialmente las freelancers, que chambean mucho en esta época de pandemia

Si tu carrera periodística fuera un suéter, el estambre sería tu trabajo y los nudos o los tejidos que le dan forma serían esas personas que hacen posible tu chamba. En esta profesión, mucho más que en otras, los contactos juegan un rol crucial.

No solo hablo de las fuentes o les editores, sino de la gente que te ayuda a publicar tu artículo en algún medio choncho, que te recomienda con equis jefaza o jefazo, que te avisa de alguna vacante en su medio o de alguna beca para financiar esa investigación que traes atorada desde hace meses. Aunque tu trabajo sea increíble y tengas todas las aptitudes y talentos habidos y por haber, tarde que temprano alguien tendrá que echarte una mano para subir otro peldaño de la escalera.

En otras lecciones de periodismo he mencionado la importancia de la lealtad y el compañerismo. Hoy por ti, mañana por mí. Quid pro quo. Pero, como suele suceder, este concepto tan puro y sencillo se complica y/o se distorsiona cuando se pone en práctica.

En un mundo ideal, cuando una persona hace un favor a otra en la arena del periodismo, la motivación principal, más allá de la relación afectiva entre ambas partes, es el talento y trabajo duro de la persona que recibiría la ayuda. Desgraciadamente la meritocracia no siempre determina esa cadena de favores. ¿Es injusto? Sí. ¿Este sistema se presta a prejuicios racistas, machistas y clasistas? Todo el tiempo.

La raíz del problema, además del sistema capitalista racista patriarcal, claro, es que, al menos en México, hemos imitado el sistema palanquista de la política en el que se asume que merecemos favores por quiénes somos, quiénes son nuestros papás o con quién nos juntamos y no por lo que hacemos o lo que ofrecemos a cambio.

Daré un ejemplo hipotético. Cualquier semejanza con la realidad es mera coincidencia.

Chat de WhatsApp:

Persona 1: “Hola, Persona 2, ¿qué tal? Soy Persona 1, fulane de tal me pasó tu contacto. ¿Cómo estás?”

Persona 2: “Hola, mucho gusto. ¿En qué te puedo ayudar?”

Persona 1: “Me encantaría trabajar en (medio para el que trabaja Persona 2). ¿Crees que nos podamos tomar un café para platicar?”

Persona 2: “¿Platicar sobre qué?”

Persona 1: “Pues para platicarte un poco sobre mí y hacerte unas preguntas sobre el medio y cómo trabajan”.

Pausemos aquí. O sea, Persona 1 le pide a Persona 2 dedicar una hora o más de su vida para atender sus necesidades laborales. Si te das cuenta, hasta este punto hay muy pocas garantías de recompensa para Persona 2, a excepción de un café y eso quién sabe. Capaz que Persona 1 decide dividir la cuenta a la hora de la hora.

Pero aquí vienen varios dilemas para Persona 2. Bien podría mandarle al diablo con suavidad y olvidarse del asunto, pero en esta onda del “hoy por mí, mañana por ti”, le da cosa no aceptar la propuesta porque quién sabe si Persona 1, al recibir un rechazo, vaya por ahí diciendo que Persona 2, es bien culei y por eso este país está como está. O bien, que en algún momento de la vida Persona 2 se vea en la necesidad de pedirle un favor a Persona 1. La vida da muchas vueltas. También está el dilema del carpe diem. Persona 1 podría ser ese periodiste que llevaría al medio de Persona 2 a otro nivel. Gracias a esa a esa contratación o colaboración, el medio tendría un chingo de engagement y ganaría decenas de premios internacionales.

No olvidemos el dilema del buen samaritano. Hoy más que nunca las chambas periodísticas son escasas y precarias. Hay que echar la mano por solidaridad.

Existe una sola respuesta para resolver todas estas disyuntivas: A.L.V.

Te apuesto una botella de mezcal mamalona que esa persona 1) nunca te va a devolver el favor porque no tiene los medios ni la voluntad, 2) su trabajo no hará la diferencia en tu medio, pero ni de chiste, 3) a juzgar por el tono de sus mensajes tiene todo el tiempo del mundo para tomarse un café con une complete desconocide, cero sentido de urgencia o desesperación. O sea, esa persona todavía puede pagar otro mes de renta.

El mensaje anterior refleja un tremendo nivel de ingenuidad o de arrogancia. A veces es una combinación de ambas. Hace mil años, hice este video inspirado en una conversación real con una joven que llamó a las oficinas de emeequis, por ahí del 2009, 2010. Tuvo la fortuna o la desgracia de encontrarme a mí al otro lado de la línea.

A este tipo de personas les llamo American Express, porque hacen como que te están ofreciendo algo, pero en realidad ellos te están evaluando a ti para ver si vale la pena darte lo que ofrecen y encima esperan que tú hagas toda la talacha. A veces tienen el descaro de rechazarte sin dar explicaciones y te hacen sentir chinche de no haber obtenido algo que ni siquiera habías pedido. Ahora que lo pienso, incluso si ganas y te dan la American Express, al final del día es una pinche tarjeta de crédito, te están invitando a crear más deudas. Salu2.

Además del American Express, existen otros tipos de personas descaradas en esta red de conectes llamada periodismo.

El Derbez: espera que le hagas el favor solo porque tienen amigues en común. Asume que tú asumirás que es una persona competente solo porque se lleva con gente competente.

El Derbez indirecto: te pide ayuda para une de sus amigues por las razones mencionadas arriba.

El Milhouse: se siente con el derecho de obtener tu apoyo solo porque estudiaron juntos o fueron amigues en la infancia. No te ha mandado ni un emoji en 25 años, pero cuando necesita algo, te escribe como si se hubieran visto el día anterior. Lord Convenenciero.

El Zuckerberg: se junta contigo y pretende ser tu amigue o finge que le caes de huevos, pero en realidad solo te busca para hacer palancas. Te pedirá el favor y se lo harás sin darte cuenta. Una vez que ya no te necesite, ni sus luces. Hay que ser muy maquiavélico y extremadamente cínico, casi nivel sociópata, para ser aplicar esta modalidad de forma efectiva y constante.

El Madoff: se vende como la persona que tiene mil contactos y que si tú le echas la mano, él te va a conectar hasta con editor del H.H.H. New York Times. Pero si tiene esa clase de contactos, ¿por qué te está buscando a ti? Porque el 99.9% de lo que dice o promete es pura patraña.

El Trudeau: consciente o inconscientemente cree que solo por su linda cara merece el favor que pide. Lo malo es que 99% de las veces le funciona.

El DiCaprio: igual que el Trudeau, pero él, además, quiere echar pasión contigo. Más adelante hablaremos de porque este, aunque suena muy tentador, es un tanto perjudicial.

El Guevara: como es activista y lucha por darle voz a los sin voz (no puedo con esa frase, por favor, nunca la usen), tú tienes la obligación de apoyarlo en su misión. Si no, eres parte del pinche sistema retrógrada.

El Raniere: usa sus amplios conocimientos en psuedopsicología y discurso motivacional para convencerte de hacerle ese favor que pide porque no lo pide él, sino el universo. Está escrito en las estrellas. Si dices que no, seguramente son tus creencias patológicas y traumas de la infancia lo que no te deja alcanzar tu verdadero potencial.

El Corleone: no solo pide, exige que lo ayudes porque él te ayudó en algún punto de tu carrera. La cosa es que usualmente ese favor que te hizo es mucho menor al favor que él necesita.

El Niño Verde: uno de mis favoritos. Es el chico novato con cero experiencia y CV que espera que le des chamba por el simple hecho de que sus papás le dijeron que era la reencarnación de Steve Jobs y escuchó Baby Mozart en la cuna.

El Salinas-Pliego: otro de mis favoritos. Como eres une periodiste muerte de hambre, cree que con pagarte un café, una chela o una comida completa (en el mejor de los casos) es suficiente para recibir tu ayuda.

Puede haber combinaciones, como un Milhouse-Corleone o un Derbez-Raniere. Esta banda gangrena no solo es conformada por otres periodistas, también existen ejemplares en las oficinas de comunicación social, de relaciones públicas o enlaces de prensa, y personas que buscan promocionarse en los medios o aumentar su visibilidad sin invertir un solo peso. Estos modus operandi, especialmente el Salinas-Pliego, son de uso común para las empresas avaras que se rehusan a invertir en una consultoría de medios. Por ejemplo, una farmacéutica internacional súper conocida organizó un “desayuno especial para periodistas”, donde exprimió todo nuestro conocimiento sobre Twitter a cambio de unos huevos fríos e insípidos en Polanco. Tru estori.

Hay una gran diferencia entre favores y servicios que deben ser pagados. Es común que entre colegas que chambean en el mismo medio se ayuden entre sí con ediciones, transcripciones, datos, etc., etc. Pero si la persona no trabaja para el medio y le pides una edición, una corrección, una investigación o un trabajo periodístico en cualquier formato, esa chamba se debe pagar, a menos que la persona la ofrezca de forma gratuita y aun así hay que insistir o hacer todo lo posible para pagar por ese trabajo.

¿Por qué uso imágenes masculinas para ilustrar estos arquetipos? Porque en mi experiencia, en este mundo machín, los hombres tienden a tener más confianza en sí mismos para pedir favores que las mujeres. Otra razón es que normalmente cuando las mujeres piden favores, ellas tienen que devolver el favor con alguna actividad de índole romántica-sexual, más lo primero que lo segundo. En este mundo machín, la atención masculina es tan valiosa que por sí misma es suficiente para saldar una cuenta. La atención femenina solo adquiere ese mismo valor si hay garantía de algo físico.

Por supuesto que hay mujeres que aplicaran alguna de las movidas anteriormente mencionadas, pero la efectividad tiende a ser menor porque si eres mujer siempre se espera que te saques una pa’l desmadre porque para eso viniste al mundo. Por lo tanto, la única categoría verdaderamente unisex es la del Dicaprio, aunque claro, las repercusiones de este tipo de interacciones siempre son más problemáticas para las mujeres que para los hombres, no solo del lado de quien ofrece sexo a cambio de un favor, sino de quien acepta la oferta. Aunque parezca un ganar-ganar, las mujeres rara vez salen ilesas de esa situación. Al aceptar un motelazo de los DiCaprios acabamos fomentando este tipo de transacciones donde nosotras somos las DiCaprio. No solo hablo de los asuntos de oportunidad laboral, sino de cosas tan insignificantes como pasar un contacto, pedir prestado un USB o cubrir un horario. ¿O sea neta te tengo que hacer la manopla para que me pases un puto Whatsapp? Si creen que esto es una exageración, pregúntenle a sus compañeras.

La perdida de nuestro valioso tiempo no es la única repercusión de obedecer y promover este sistema. Como mencioné en otra entrada de este blog, las contrataciones por palanquismos pueden traer consecuencias terribles para un medio y para las personas que trabajarían con o para este golden boy (golden girl en la minoría de los casos).

Si el mundo del periodismo se maneja a puro conecte, ¿cómo hacerle para no caer en esta situación?

  1. Investiga sobre el medio en el que te latería chambear y sus formas de contratación o colaboración. Hay muy pocas cosas que Google no sabe. Si de plano no encuentras lo que buscas (eso habla muy mal de ti como periodista, la verdá), pregúntale a alguien que haya colaborado o trabaje con el medio. Así como te puede dar la info por buenaondés, te puede mandar al diablo. Nadie está obligado a ayudar a una completa extraña, Blanche, menos si es su potencial competencia. Por lo que más quieras, no le preguntes a un representante del medio que qué onda con el medio, que de dónde es o quiénes son los dueños. Es como si yo consiguiera una entrevista con Joe Biden y le preguntara, “Oiga, ¿cuándo se fundó Estados Unidos y por qué existe?”
  2. Si los medios tienen vacantes o buscan colaboraciones, normalmente lo anunciarán en sus cuentas públicas. No pierdas tu tiempo y el del medio preguntando si hay alguna oportunidad si el medio no lo ha hecho evidente. Entiendo que a veces las oportunidades se ofrecen y otorgan tras bambalinas. En esos casos, lee los puntos 5 y 6.
  3. Aunque se trate de un favor, piensa en el retorno de la inversión de la persona a la que estás consultando. Deja claro desde un inicio el ganar-ganar, pero sé franque contigue misme. No porque tú creas que eres increíble o tu trabajo es increíble signifique que otres llegarán a la misma conclusión. Lo que ofreces a cambio del favor o como parte una colaboración o alianza debe ser algo concreto que le beneficie a la persona o al medio en términos prácticos y medibles.
  4. Insiste, pero no tenses tanto la vara. Hay una delgada línea entre ser perseverante y convertirte en un tremendo dolor de ovarios. Entiendo que a veces la situación es desesperada, pero hay que saber interpretar los silencios o aceptar un no por respuesta. Como dice la peli esa, a él no le gustas tanto, no se está haciendo el misterioso o le tiene miedo al compromiso, lo mismo con tus colegas o los medios. Si les interesas, te buscarán, créeme. Ahora, a diferencia de un crush o une noviecille, elles no tienen la obligación de darte razones de su rechazo ni explicarte qué es lo que buscan en otra persona. Si se quieren tomar la molestia, bien, pero no es su misión darte lecciones laborales o de vida. No todo gira alrededor de ti.
  5. Pide ayuda a tus amigues antes que a desconocides. Y con amigues, me refiero a les que son muy tus amigues, compas de confianza. Una buena forma de medir quién es une amigue de confianza es si esa persona te ha visto llorar, dormir o empedarte más de una vez y viceversa, te ha contado algo súper personal y viceversa, y se han enviado mensajes digitales en las últimas dos semanas (incluye chats grupales y memes vía DM). Ahora, recuerda que tus amigues no son tus asistentes y ni coaches de vida. Tampoco están obligades a conseguirte oportunidades, pero será más fácil para ti y para elles echarse la mano porque existe ese vínculo de confianza. O en su defecto, esa confianza también hará más fácil una respuesta negativa buena onda y franca. Si la amistad se quiebra por un favor incumplido, esa amistad no valía la pena.
  6. En caso de que emergencia, rompe las reglas 1 al 5, pero hazlo con total honestidad y expresa un poco de vergüenza. A veces, se nos acaban las opciones y tenemos que recurrir a medidas drásticas. Solo en estos casos recomiendo aplicar el modo Tranvía llamado deseo y pedir ayuda a desconocides, pero la petición debe incluir una explicación bastante transparente de por qué se está contactando a esa persona. Regresemos al ejemplo del WhatsApp.

Persona 1: “Hola, Persona 2, soy Persona 1, fulane de tal me pasó tu contacto. Necesito tu ayuda y me da mucha pena pedirte este favor, pero tú eres de las pocas personas que puede echarme la mano (como opción, si es muy relevante, describir situación desesperada, pero brevemente, no estás en Laura en América). No quiero quitarte mucho tiempo. Si quieres puedo mandarte un audio o podemos hablar cualquier día que tengas un tiempito libre. Tú dime qué prefieres. No te quito más de 20 minutos”.

Sé que esto podría sonar muy Nosotros los pobres, pero creo que es la mejor etiqueta para lidiar con esta situación incómoda. A nadie le hace daño un poquito de amabilidad. A la gente de México la acusan de ser demasiado cordial o poco directa para evitar confrontaciones o herir sentimientos. Entiendo que lo segundo es un problema, y sí, tenemos que hacer un esfuerzo por mejorar nuestro nivel de claridad y honestidad para evitar malas vibras y/o malentendidos, pero la cordialidad es necesaria, más en una situación en la tú estás pidiendo un favor. Hay una gran diferencia entre la franqueza y la majadería, entre la valentía y la arrogancia.

Hay otra excepción a estas reglas, pero también depende de cada quien. A mí me encanta hablar con estudiantes que aspiran a ser periodistas o que ejercen periodismo mientras estudian (de la licenciatura para abajo). Si eres une de elles, no tengo problema en que me eches un grito para pedirme un consejo o resolver alguna duda. Si lo que buscas es una chamba o una oportunidad, hay que seguir las reglas de arriba, ni modo.

Conclusión: no hay que aprovecharse de la gente buena onda que tiene vacíos emocionales por el encierro (#proyecciones), tampoco hay que ser culei con la gente que en estos momentos la está pasando muy mal laboralmente. Hay que echarnos una mano y ser buenes colegas, pero insisto, nadie tiene la obligación de tejer un suéter ajeno. Toma los ganchos y ponte a chambear. Tal vez sobre la marcha alguien te ayude a cerrar una que otra manga.

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