¿Le habrán aconsejado a Malala evitar hablar de libros con este señor?

Lección de periodismo 15: No hagas un ‘Peña Nieto’

Monica Cruz Rosas
5 min readAug 19, 2019

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Para Fernanda, mi maestra de la secu que trajo a mi vida ‘Flores para Algernon’.

Ya no es presidente, puedo burlarme de él con más tranquilidad. Tal vez el momento más perro-oso, más pena ajena de la campaña electoral de 2011 fue sin duda la cuasirespuesta de Peña Nieto a la atinada pregunta de un reportero de El País en la Feria del Libro de Guadalajara.

Si por alguna extraña razón no han visto ese maravilloso momento, acá se los dejo:

Lo primero que pensé luego de ver esa embarazosa escena, seguro much@s de ustedes también, fue qué hubiera respondido yo. También habría titubeado, porque nunca he hecho un top tres de mis libros favoritos. Para empezar el término libro es muy relativo. ¿Hablamos de novelas, novelas gráficas, antologías, no-ficción, poesía? Otro problema es que el impacto de las lecturas varía según la edad, la época y las experiencias. Cuando era puberta, la novela Segunda estrella a la derecha me hizo llorar y Cañitas me provocó insomnio (jajajaja).

A falta de una respuesta concreta, si yo hubiera sido Peña Nieto y tuviera que enviar un mensaje a la juventud y de paso quedar muy bien con los intelectualoides de México, habría contestado lo siguiente:

Es difícil dar solamente tres títulos, pero sí puedo mencionar tres autoras que he leído y releído y que deberían ser lecturas obligadas desde el nivel secundaria en la educación pública: Nellie Campobello, Inés Arredondo y Elena Garro. Si aún no han leído nada de ellas les recomiendo comprar alguna de sus obras en esta feria.

No me considero una crítica literaria, pero creo que muchos coincidirían conmigo cuando digo que esas tres son las cuentistas más virtuosas que conozco. Cada una muestra a la perfección tres corrientes literarias, tres experiencias y tres regiones distintas de México. Las tres son bien darks, pero tenían un don para convertir lo más horripilante en lo más bello.

Para muestra, nomás chequen el arranque de Orfandad, uno de mis cuentos favoritos de Arredondo:

Creí que todo era este sueño: sobre una cama dura, cubierta por una blanquísima sábana, estaba yo, pequeña, una niña con los brazos cortados arriba de los codos y las piernas cercenadas por encima de las rodillas, vestida con un pequeño batoncillo que descubría los cuatro muñones.

O qué tal el cierre de Desde una ventana de Campobello (spoilers):

Un día, después de comer, me fui corriendo para contemplarlo desde la ventana; ya no estaba. El muerto tímido había sido robado por alguien, la tierra se quedó dibujada y sola. Me dormí aquel día soñando en que fusilarían otro y que fuera junto a mi casa.

Y este pasaje de La culpa es de los tlaxcaltecas de Garro:

Nacha no contestó, prefirió mirar el agua que no hervía. Afuera la noche desdibujaba a las rosas del jardín y ensombrecía a las higueras. Muy atrás de las ramas brillaban las ventanas iluminadas de las casas vecinas. La cocina estaba separada del mundo por un muro invisible de tristeza, por un compás de espera.

Ufffff. ¡Qué bonito es lo bonito!

A veces olvido que mis estantes guardan tantos textos maravillosos. Me da pena admitir que en los últimos meses mis hábitos de lectura han flaqueado bastante. Leo mucho, sí, pero casi en su gran mayoría son guiones, notas, reportajes, reportes, documentos gubernamentales, tuits, publicaciones de Facebook y muchos, pero muchos mensajes de WhatsApp. Al final del día mi cerebro acaba tan frito que mis neuronas piden a gritos cambiar a modo reposo. A esas alturas lo único que logran procesar son las tramas de The Real Housewives of New York City y los tutoriales de Jeffree Star.

En lo que va del 2019 solo he terminado un puto libro: The Princess’ Diaries de la gran Carrie Fisher. Si son fans de Star Wars se los recomiendo mucho. Nunca volverán a ver el romance entre Leía y Han de la misma forma.

Mi situación es muy penosa y triste. En estos momentos no soy muy diferente de nuestro muy polémico y poco letrado expresidente. Y es que no es solo una cuestión de hacerse la intelectual y la culta. La literatura es una especie de elixir para l@s periodist@s. El ejercicio de leer textos bien escritos te vuelve mejor lector/a y mejor escritor/a, dos habilidades cruciales para este oficio. Se nota a 20,000 leguas de viaje submarino cuando a un/a reporter@ le gusta leer y lee mucho. Nomás pregúntenle a sus editoras/res, correctoras/res. Si nadie edita y/o corrige sus textos, tenemos que hablar seriamente. Tocaré el tema en la siguiente lección.

No solo se trata de utilizar palabras rebuscadas o alegorías en las notas, reportajes o crónicas. Aprovecho para pedirles de todo corazón que eviten utilizar los siguientes lugares comunes:

🤮Crónica de una (lo que sea) anunciada.

🤮Escenario dantesco/kafkiano/orwelliano (no asuman que el público ha leído a Dante, a Kafka o a Orwell).

🤮Este lugar huele a miedo (es una de las peores).

🤮En (lugar) reina el silencio.

🤮O. Abusar. De. La. Puntuación. Por. Favor. Se. Los. Pido. Las. Oraciones. Largas. Rifan.

Un/a periodista leíd@ también logra claridad en sus textos. El uso del lenguaje no siempre es el más fluido y/o bonito pero lo importante es que haya un orden, una estructura pensada y no hecha al chilazo, que un párrafo lleve al otro con fluidez, como un patín sobre el hielo. Al final no deben quedar dudas de qué sucedió y por qué es importante reportarlo. Si sus entregas son así, sus editoras/res l@s querrán mucho. Tal vez nunca lo expresen, pero créanme, lo sienten muy en el fondo de sus coras.

Más allá del dominio del lenguaje, la literatura tiene un efecto mucho más profundo. Es difícil de explicar. Podría decir que nutre el alma, pero suena extremadamente cursi. Las novelas, los cuentos, la poesía son pura expresión, no están limitados por los hechos o los datos verificables, como en el caso de nuestro trabajo. Sí, hay crónicas muy potentes, pero siguen estando supeditadas a la realidad y a su objetivo primordial que es informar. Bueno, se supone que para eso son. Yo digo que el/la que quiera echar a volar su imaginación y escribir sobre sí mism@, mejor que sea novelista, no cronista.

Consumir arte es una forma muy efectiva de formar nuevas ideas, agudizar nuestros sentidos y nuestra capacidad para comprender lo que nos rodea y de paso a nosotr@s mism@s. Por eso mismo, habrá que seguir el consejo de mi colega Oscar, quien no solo busca inspiración para futuros videos en otros medios informativos, sino en el cine, en los museos y en la calle.

No sean como yo y lean literatura, no solo notas, vean buenas películas y no solo realities o tutoriales de maquillaje, acudan al teatro y no solo observen los dramas de su redacción, vayan a conciertos y muestras de danza y no solo bailen cumbia pedos un viernes por la noche, aprovechen los museos de su ciudad, especialmente si viven en Chilangolandia, y no solo escriban recomendaciones de exposiciones para su periódico a partir de un comunicado de prensa.

Espero que pronto llegue la congruencia a mi vida y siga mis propios consejos. Lo peor que me podría pasar es que al final del año alguien me pregunte qué libros leí y tenga que decir que la Biblia o inventarme un par de títulos.

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