Una de mis escenas favoritas de ‘Transmetropolitan’.

Lección de periodismo 16: No te desquites con tu editor/a

Monica Cruz Rosas
7 min readOct 3, 2019

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Para Geo, que aunque es otro tipo de editora, también hace magia a partir de un montón de palabras en un documento.

Es una verdad universalmente aceptada que no hay nada más incómodo en el mundo periodístico que ser la/el nuevo@ recluta en una redacción. Aquella situación se torna más complicada cuando tu misión es editar.

La reporteada es mucho más cómoda en el sentido puramente interactivo. Estás en lo tuyo, tienes tu cartera de temas, entrevistas a tus fuentes, entregas tus notas y rara vez te metes con la chamba ajena. Pero cuando te dedicas a editar, a huevo tendrás que lidiar con la banda y no solo eso, tendrás que meterte en sus textos y buscarles fallas. Eres como el cirujano plástico que llega con un plumón y empieza a marcar los rasgos de un rostro que podrían mejorar. La diferencia es que al cirujano lo consultan las personas que quieren cambiar sus rostros, tú empiezas a rayonear sin que nadie te lo pida y casi siempre a personas que creen que su rostro es perfecto.

Porque seamos honestos, l@s periodistas al final del día somos escritoras/es y la gente que se dedica a escribir, aunque sea sobre el último reporte trimestral de Gruma, deposita un poco de su alma en sus textos. Lo que tecleamos en la computadora es una extensión de nuestra identidad. ¿Pero que no el periodismo es neutral y da igual quién lo escribe? Si alguien de verdad cree eso es porque no ha consumido ni producido medios informativos en su vida.

Entonces imaginen que eres la/el nuev@ (algun@s ya lo han vivido, no lo tienen que imaginar) y te cae la nota sobre la inflación escrita por el David Brent/Power Ranger Azul del medio, la cual contiene este hermoso párrafo:

En 2018 se observó una elevada incertidumbre y una mayor astringencia de las condiciones financieras internacionales, por lo que los mercados financieros estuvieron caracterizados por una alta aversión al riesgo que generaró (sic) una elevada volatilidad de las variables financieras. No obstante, los mercados financieros han mostrado una menor volatilidad debido a la expectativa de un menor ritmo en los ajustes a la política monetaria de las economías avanzadas, como consecuencia de la posible desaceleración del crecimiento global.

Ok. Primer paso es mantener la calma. Hay que fingir que una está tranqui, leyendo en la compu, dando sorbos al café de vez en cuando, aunque tu voz interior grita: “¡Verga! ¡¿Qué putas voy a hacer con este revoltijo rebuscado?!”

Lo lees dos, tres, cuatro, hasta cinco veces. Crees que ya medio entendiste, pero a la sexta vez te vuelve a confundir. Miras el reloj de la pantalla, ya pasaron 20 minutos y la nota se tiene que publicar en una hora. Tienes tres opciones:

A) Ir con el golden boy a preguntarle qué chingados quiso decir en ese párrafo.

B) Meterle mano sin decirle y prácticamente reescribir la nota.

C) Echarte ese párrafo entero, alv.

Yo suelo elegir la opción A). Ya se imaginarán.

— Hola, oyeeee, una duda, en tu nota la de inflación, cuando dices, En 2018 se observó una elevada incertidumbre, ¿quién o quiénes observaron? Creo que es mejor evitar el se observó y poner un sujeto.

— No, creo que así está bien. No es necesario atribuir. Todo mundo sabe que en 2018 hubo incertidumbre en los mercados.

— Ya, pero alguien hizo esa observación, ¿no? Hacienda, el Fondo Monetario, un economista del ITAM, ¿esto que afirmas en tu nota, quién lo dice?

— No entiendo tu pregunta.

— ¿De dónde sacaste esta información?

— De varias fuentes, obviamente.

— ¿Y no podemos citar a una de esas muchas fuentes?

— No, así no funciona. Yo entrevisto a muchas personas y consulto muchos reportes y a partir de eso hago mis artículos. A eso se le llama periodismo.

— Jajajaja, sí claro, pero pues también se acostumbra citar fuentes en las notas, no sé, creo.

— Tengo 25 años escribiendo de economía y nunca nadie me había cuestionado así. Si no entiendes del tema, te recomiendo que se lo pases directo a (inserte nombre de editor hombre en jefe) y él que la edite.

¿Se dan cuenta de que no pasamos ni la primera oración del párrafo? Ni siquiera tocamos el “generaró”.

Cuando tenía 15 años me sacaron las cuatro muelas del juicio el mismo día, así, de putazo. El dolor que sentí fue mucho más leve que aquel infligido todos los días al editarle a ese y otros cabrones.

El párrafo en realidad es de un reporte de Hacienda, jejeje, pero no dista mucho de los que me topaba en esas épocas.

Nunca he entendido el afán de algun@s periodistas de escribir tan rebuscado. Quiero creer que lo que todos queremos es que mucha gente nos lea. Entonces, ¿por qué ahuyentar a tu potencial audiencia con frases como, “los mercados financieros estuvieron caracterizados por una alta aversión al riesgo?”

Me consta que explicar con palitos y manzanitas la economía es un rollazo, pero se puede. Ejemplos les puedo dar muchos. Incluso Bloomberg, que es una agencia súper especializada en finanzas, explica muy claramente la información que reporta.

Golden boy imaginario responde: “Pero yo escribo para especialistas, no para la gente de a pie”.

Espíritu de David Carr que posee mi teclado por unos segundos: “Un periodista que piensa así, no llegará muy lejos”.

La labor de l@s editores/as no es joder, aunque much@s reporter@s así lo crean. Nuestro único propósito es lograr la mejor versión posible de un trabajo periodístico, aunque eso a veces signifique tumbar la torre y empezar de cero. Me consta que allá afuera hay editoras/es que disfrutan torturar periodistas, pero eso no significa que el proceso de edición en sí esté diseñado para herir susceptibilidades o destruir autoestimas.

Todas, todos y todes tenemos perspectivas particulares basadas en nuestras experiencias y contextos. Esos puntos de vista no siempre serán los más atinados o lo más completos. Es crucial tener una segunda opinión, en ocasiones una tercera, cuarta, quinta o sexta.

¿Qué pasa cuando un trabajo periodístico no pasa por el ojo de un/a buen/a editor/a? Este tipo de titulares:

No sé, yo pensaría que el que dejó huérfano al niño es el asesino de la chica, ¿no?
Claro, porque los migrantes son delincuentes por naturaleza. Si uno comete un delito lo cometen todos.

Ya ni hablar de estos otros ejemplos:

El mejor periodismo siempre se ha hecho en equipo. Me alegra ver que hoy en día es cada vez más común ver más de un crédito o firma en los trabajos chonchos. Y aunque el rol de les editores sigue siendo un poco anónimo, las redacciones (no todas) comienzan a ser un poco más transparentes sobre lo que conlleva armar un reportaje y cuántos chefs se requieren para cocinar esa clase de estofado.

Espero que algún día el concepto de la estrellita tipo Tintín solo viva en los cómics, porque si creen que las grandes obras de Hemingway, Capote o Wilde se publicaron directo del primer borrador, amigues dénse cuenta. Seguramente esos escritores cero humildes pelearon con sus editores por algún párrafo, algún pasaje, alguna metáfora, pero al final nunca prescindieron de ellos.

Así que la próxima vez que tengan unas ganas incontenibles de mandar a la verga a su editor/a, piensen que las más grandes estrellas del periodismo y la literatura han sido editad@s. También seamos honestos: sus notas de los reportes financieros de Gruma tampoco l@s van a hacer merecedoras/es del Ortega y Gasset. En pocas palabras, bájenle un chingo de rayitas a su volumen.

Ahora, siendo franca, me consta que, como en todo en este mundo, hay más mal@s editoras/es que buen@s.

¿Cómo se detecta a un/a buen/a editor/a?

  1. Se toma el tiempo de revisar a fondo tu trabajo, aunque sea urgente.
  2. Su crítica es constructiva, a veces hiriente, pero constructiva, es decir, es clara y propositiva.
  3. No recurren a la condescendencia, la mansplicación o el juveneo para darse a entender.
  4. Jala parejo. Edita con los mismos estándares al golden boy más veterano y al becario recién egresado.
  5. Admite su responsabilidad cuando se le va un error o algo sale mal. Evita repartir culpas para salir bien librad@ con el/la jefaz@.

¿Qué hacer cuando l@s editoras/es son todo lo contrario?

  1. Pídanle amablemente una clara explicación de lo que quiere ver en la nota y por qué.
  2. Si no logran mejorar la comunicación y/o el proceso, háblenlo con su jefa/e direct@ o la/el que está más arriba en la cadena alimenticia, alguien con autoridad que les pueda ayudar a solucionar la cosa.
  3. Si sus jef@s son peores o iguales que la/el editor/a, háblenlo con alguien a quien tengan confianza y lleve un poco más de tiempo trabajando ahí.
  4. Si no confían en nadie, háblenlo con algún/a compa fuera de la chamba que tenga experiencia en estos asuntos.
  5. Si estás sol@ en esta selva informativa, échame un grito. Estoy dispuesta a ayudar.

Hay redacciones donde los trabajos no pasan por editores, triste pero cierto. En esos casos, apóyense en sus colegas, edítense entre ustedes. No tienen que ser compas del mismo medio. A falta de recursos hay que crear los propios. Piensen en Harry Potter y la Orden del Fénix. Si no saben a qué me refiero porque no son potterheads, mala suerte.

El mejor consejo que he aprendido a lo largo del camino es saber elegir nuestras batallas. Hay palabras, oraciones, párrafos, vaya, incluso notas enteras que es mejor dejar pasar. Mientras la información sea correcta, déjenlo ir.

La edición es dolorosa pero necesaria, como una endodoncia. Así que no se lo tomen personal. Sus dentistas no quieren hacerles sufrir de a gratis, están haciendo su trabajo (bueno, aunque creo que el que me sacó las cuatro muelas del juicio realmente lo disfrutó). Lo que se edita son las palabras, nada más. Sus almas quedarán intactas siempre y cuando estén conscientes de eso.

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